
La oligarquía utiliza la televisión y la radio para mantener sus privilegios, ocultar la verdad y maquillar la realidad, con el propósito de que la población acepte, con resignación, las injusticias, la desigualdad social y la falta de democracia en México.
Los grandes medios se declaran "imparciales, veraces y objetivos", pero nunca informan de nada que afecte sus intereses. A través de técnicas propias de la guerra, lanzan campañas sicológicas hacia la población para provocar miedo, inventar amenazas para la colectividad, promover el odio, exacervar la violencia, criminalizar la lucha social y generar desconfianza y polarización.
Los noticieros televisivos son verdaderas correas de transmisión de ideología y del discurso oficiales, modelan las ideas de la opinión pública y tratan a los ciudadanos como simples espectadores. Aunque cuentan con una amplía audiencia, cada día tienen menos credibilidad.
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